domingo, 3 de mayo de 2020

Breve Historia de un amor para toda la vida

Breve Historia de un amor para toda la vida

A la pregunta de ¿cuándo comenzó todo? podría decir que al principio del fin del siglo XX. Y sería la única forma de decirlo de manera correcta, aunque en realidad los primeros indicios de acaparador compulsivo se remontan a principio de los años noventa. Exactamente todo comenzó en 1986 el día que pisó esta tierra este humilde servidor. Los primeros años de mi vida se basaron en recorrer los mercadillos de antigüedades de mi barrio  o jugando al fútbol sobre un yacimiento arqueológico. En concreto, el Lagar de San Jerónimo, hoy en día el Museo Etnográfico de Talavera de la Reina.

Sin lugar a dudas, en ese caldo de cultivo se estaba reproduciendo un virus que no es letal pero sí inmortal. Los genios de ese laboratorio, que a día de hoy no están con nosotros, fueron quienes más plasmaron ese impulso por la historia. Fueron D. Eladio  y D. Francisco, el primero de ellos convirtiéndose en parte de la historia del siglo XX de nuestro país por ser Héroe del Alcázar de Toledo.



Caminando por el camino de mi vida mis pasos me llevaron a sitios mágicos que el tiempo no logró borrar. Todavía recuerdo mis excursiones a la Era del Tío Maroto , a esa rama abandonada  o por las calles de mi barrio , esas visitas al Toledo mágico.

De esa manera, como diría mi amigo Ramón, caminando por la vida sin pausa pero sin prisa, me dirigía a mi primer fin del mundo, el efecto 2000. El único plan de contingencia para el desastre tecnológico era poner  una fecha que no recuerdo cual era pero, creo que poniendo los años 70 y problema resuelto.

Bueno, resuelto  como tal no pero como parche para evitar ese bug del 1 de enero de 2000.

Que yo recuerde,  no aprecié ninguna catástrofe salvo que se colapsaron las líneas de teléfono, como siempre sucedía en aquella época.

Al  descubrir que había ganado mi primera batalla contra el fin del mundo,  pude seguir acaparando momentos , recuerdos y objetos. 
 Los 14 años me dieron licencia para tener autonomía en realizar excursiones de corta distancia y seguir descubriendo el  mundo el siglo XXI, mi siglo.
 Con el cambio de siglo dejo de ser un niño y paso a ser un niñato  pero no apago mis ansias de investigar ni de acaparar. 
 El siguiente quinquenio pasa sin pena ni gloria y sin datos importantes que destacar.
 Gracias a una importante empresa española a D. David  apareció la oportunidad de participar en una excavación arqueológica, transcurría el año 2005 y se realizó en el yacimiento de la Vega Baja en Toledo. 
 Mi primera vasija junto a Miguel Ángel  o el primer muerto junto a Antonio , me hicieron sentir como Carter. 
 No volví a tener una sensación parecida hasta 2008 y, como rectificar es de sabios rectifico una entrada anterior, mi flechazo por Diana en Mérida no se produjo en el 2006 sino en 2008.
Allí caminando entre las piedras y acusado de un pequeño síndrome de Diógenes   me dirigí a afrontar mi segundo fin del mundo, el de año 2012. 
 El 21 de diciembre del 2012 se acabaría el mundo según las profecías mayas.
Otra vez con meses  o incluso años de ruidos, miedos y vaticinios pero no sentí nada especial.
Ese mismo día lo pasé saltando entre mercadillos, anticuarios y visitas culturales. 
 Aterricé en Abril del año 2015, en el cual  afiancé mi legado. Cuando tienes momentos en la vida en la que te   quedas petrificado, ahí es cuando hay que coger impulso, preparar el sprint y alcanzar la meta.  Mi primera meta fue gracias a un escritor de Guadamur, Pedro Antonio , a la alcaldesa  y a la concejala de cultura de ese municipio. Juntos empezamos la organización de mi primera exposición, de la primera exposición de archeology world. 
En esta  expo arqueológica la gente de mi entorno descubrió que no padecía Diógenes sino que era un conservador de la historia. 
Poco tiempo después apareció una Flor en mi vida, la cual me acompaña haciendo camino junto a mí, escribiendo la historia de mi vida, bueno hablemos con propiedad corrigiendo. 
  A día de hoy nos enfrentamos a mi tercer fin del mundo que  llegó sin avisar y es el más real de todos, ya que permanecemos  confinados para lograr ganar el pulso a la gripe de Wuhan. 
A mis 33 años y en plena pandemia de  la gripe de Wuhan, nombrándolo así  en honor a la llamada gripe española por su  primer centenario, con la edad de Cristo me encuentro escribiendo toda esta parrafada sin pies ni cabeza. Cuando la empecé nuestro blog tenía 1001 visitas así que como en el cuento de las 1001 noches os invito a descubrir 1001 historias junto a nosotros. Todas ellas sin final, porque la historia se sigue escribiendo día a día y, aunque tengamos una vida efímera, por mucho que nos duela, no la historia en general ni nuestra historia en particular que son eternas.
Porque la historia no solo se compone de acontecimientos del pasado, sino también de hechos vividos por cada uno de nosotros.
El día que visité Mérida o Uclés, el día que vosotros lo visitasteis o lo visitaréis también formará parte de la historia. Para nosotros también empezasteis a formar parte de nuestra pequeña historia en el momento en que decidisteis visitar nuestro blog. Así que, muchas gracias por formar parte de nuestra historia.

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