A la pregunta de ¿cuándo comenzó todo? podría decir que al
principio del fin del siglo XX. Y sería la única forma de decirlo de
manera correcta, aunque en realidad los primeros indicios de acaparador
compulsivo se remontan a principio de los años noventa. Exactamente todo
comenzó en 1986 el día que pisó esta tierra este humilde servidor. Los
primeros años de mi vida se basaron en recorrer los mercadillos de
antigüedades de mi barrio o jugando al fútbol sobre un yacimiento
arqueológico. En concreto, el Lagar de San Jerónimo, hoy en día el Museo
Etnográfico de Talavera de la Reina.
Sin lugar a dudas, en ese caldo de cultivo se estaba reproduciendo un virus que no es letal pero sí inmortal. Los genios de ese laboratorio, que a día de hoy no están con nosotros, fueron quienes más plasmaron ese impulso por la historia. Fueron D. Eladio y D. Francisco, el primero de ellos convirtiéndose en parte de la historia del siglo XX de nuestro país por ser Héroe del Alcázar de Toledo.
Caminando por el camino de mi vida mis pasos me llevaron a sitios mágicos que el tiempo no logró borrar. Todavía recuerdo mis excursiones a la Era del Tío Maroto , a esa rama abandonada o por las calles de mi barrio , esas visitas al Toledo mágico.
De esa manera, como diría mi amigo Ramón, caminando por la vida sin pausa pero sin prisa, me dirigía a mi primer fin del mundo, el efecto 2000. El único plan de contingencia para el desastre tecnológico era poner una fecha que no recuerdo cual era pero, creo que poniendo los años 70 y problema resuelto.
Bueno, resuelto como tal no pero como parche para evitar ese bug del 1 de enero de 2000.
Que yo recuerde, no aprecié ninguna catástrofe salvo que se colapsaron las líneas de teléfono, como siempre sucedía en aquella época.
Al descubrir que había ganado mi primera batalla contra el fin del
mundo, pude seguir acaparando momentos , recuerdos y objetos.
Los 14 años me dieron licencia para tener autonomía en realizar
excursiones de corta distancia y seguir descubriendo el mundo el siglo
XXI, mi siglo.
Con el cambio de siglo dejo de ser un niño y paso a ser un niñato pero no apago mis ansias de investigar ni de acaparar.
El siguiente quinquenio pasa sin pena ni gloria y sin datos importantes que destacar.
Gracias a una importante empresa española a D. David apareció la
oportunidad de participar en una excavación arqueológica, transcurría el
año 2005 y se realizó en el yacimiento de la Vega Baja en Toledo.
Mi primera vasija junto a Miguel Ángel o el primer muerto junto a Antonio , me hicieron sentir como Carter.
No volví a tener una sensación parecida hasta 2008 y, como rectificar
es de sabios rectifico una entrada anterior, mi flechazo por Diana en
Mérida no se produjo en el 2006 sino en 2008.
Allí caminando entre las piedras y acusado de un pequeño síndrome de
Diógenes me dirigí a afrontar mi segundo fin del mundo, el de año
2012.
El 21 de diciembre del 2012 se acabaría el mundo según las profecías mayas.
Otra vez con meses o incluso años de ruidos, miedos y vaticinios pero no sentí nada especial.
Ese mismo día lo pasé saltando entre mercadillos, anticuarios y visitas culturales.
Aterricé en Abril del año 2015, en el cual afiancé mi legado. Cuando
tienes momentos en la vida en la que te quedas petrificado, ahí es
cuando hay que coger impulso, preparar el sprint y alcanzar la meta. Mi
primera meta fue gracias a un escritor de Guadamur, Pedro Antonio , a
la alcaldesa y a la concejala de cultura de ese municipio. Juntos
empezamos la organización de mi primera exposición, de la primera
exposición de archeology world.
En esta expo arqueológica la gente de mi entorno descubrió que no
padecía Diógenes sino que era un conservador de la historia.
Poco tiempo después apareció una Flor en mi vida, la cual me acompaña
haciendo camino junto a mí, escribiendo la historia de mi vida, bueno
hablemos con propiedad corrigiendo.
A día de hoy nos enfrentamos a mi tercer fin del mundo que llegó
sin avisar y es el más real de todos, ya que permanecemos confinados
para lograr ganar el pulso a la gripe de Wuhan.
A mis 33 años y en plena pandemia de la gripe de Wuhan, nombrándolo
así en honor a la llamada gripe española por su primer centenario, con
la edad de Cristo me encuentro escribiendo toda esta parrafada sin pies
ni cabeza. Cuando la empecé nuestro blog tenía 1001 visitas así que
como en el cuento de las 1001 noches os invito a descubrir 1001
historias junto a nosotros. Todas ellas sin final, porque la historia se
sigue escribiendo día a día y, aunque tengamos una vida efímera, por
mucho que nos duela, no la historia en general ni nuestra historia en
particular que son eternas.
Porque la historia no solo se compone de acontecimientos del pasado, sino también de hechos vividos por cada uno de nosotros.
El día que visité Mérida o Uclés, el día que vosotros lo visitasteis o
lo visitaréis también formará parte de la historia. Para nosotros
también empezasteis a formar parte de nuestra pequeña historia en el
momento en que decidisteis visitar nuestro blog. Así que, muchas gracias
por formar parte de nuestra historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario